First Spanish Reader 5. EL LADRÓN TONTO por Pedro Alfonso Un ladrón entra en el jardín de la casa de un hombre rico
para robar. Sube al tejado y se acerca a una ventana a escuchar
para enterarse de si alguien está
todavía despierto. Al darse cuenta de esto, el dueño de la casa dice
en voz baja a su mujer: —Pregúntame
en voz alta de dónde procede la enorme riqueza que poseo. Insiste
mucho en ello, como tratando de averiguarlo. Entonces ella pregunta en voz muy alta: —Marido
mío ¿de dónde procede tanto dinero como tú
tienes sin ser comerciante? Y él replica: —Esa es la voluntad
de Dios: todo es en premio de mis buenas obras. Ella finge no creerlo. Le dice que quiere saber la verdad, e insiste más y más. Por
fin, como obligado por la insistencia de su mujer, y con mucho misterio, él contesta: —Cuidado con dar a conocer a nadie mi secreto: ¡la verdad es que
yo soy ladrón! Ella le
dice: —Me sorprende tu manera de acumular tanto dinero : si robas
tanto ¿cómo no estás en la cárcel? ¿Por qué nunca
te arrestan? —Te diré: primero subo a un tejado, cojo luego un rayo de luna y en seguida repito siete veces la palabra mágica Saulem. Gracias a esa palabra tan maravillosa puedo bajar por un rayo de luna al jardín, entro, y cargo con todo lo que hallo de valor en
la casa. Regreso en seguida
al rayo de luna y, pronunciando la palabra Saulem siete veces, subo con todo y me lo llevo. La mujer le da las
gracias por revelarle el secreto. Le asegura no divulgarlo a nadie en el mundo. Su marido dice entonces:— Déjame
dormir, estoy muy cansado y deseo descansar. Y para fingirlo todo mejor comienza a roncar. El ladrón escucha todo esto y lo cree palabra por palabra.
Inmediatamente al observar
que el hombre rico está roncando, pronuncia la palabra Saulem siete veces, toma en la mano un rayo de luna, y se deja caer del tejado. ¡Ay Dios, que caída tan horrible! Tremendo es el ruido que levanta
y además se rompe un brazo y una pierna.
Por eso grita, llora y se lamenta vociferadamente. El
hombre rico espera un momento y luego corre hacia él,
preguntando: —¿ Qué pasa? ¿Quién es usted? ¿Qué
hace usted aquí? El ladrón llora un poco más y al fin confiesa: —Señor, yo soy el ladrón tonto que al oír sus palabras
engañosas las toma en serio; un ladrón tonto que las pone en práctica, y aquí me tiene ahora, muerto de susto y totalmente descalabrado: ¿verdad que soy un pobre idiota y no un ladrón de veras? . |